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Köszönjük bajnok

  • Dpto. Básquet Formativo CAL
  • 13 jun 2015
  • 5 Min. de lectura

La expresión del título significa Gracias Campeón!!! en Húngaro y para aquellos que sufrimos pegados a una pantalla los partidos del Seleccionado U18 de 3x3, nuestro representante, el representante del Club A. Lanús regresa a casa victorioso.

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La historia de Hungría tiene mucho que ver con su presente. Tras muchos siglos de migración, el pueblo magiar llegó de las estepas de la Europa Oriental a su patria definitiva: la Cuenca de los Cárpatos, el lugar que antaño había constituido el imperio ávaro. Por iniciativa del gran príncipe Géza, en 955 comenzó a aproximarse a las naciones y a la cultura de la comunidad de estados occidentales, su hijo Esteban terminó la labor iniciada por su padre, construir un Estado. Con esa rica historia de más de mil años hospedó a un representante del básquet argentino y de Lanús que fue a conquistar lo que estaba en juego. 12099 km nos separaron de Hungría donde se dio cita el Mundial U18 de 3x3, modalidad del básquet que crece a pasos agigantados. Ahí, en ese lugar, en la ciudad de Debrecen, que en algún tiempo de la historia (1848) fue la capital del país, el equipo argentino obtuvo el subcampeonato de la especialidad. Hubiera sido muy fácil para mí hacer con Jorge Quercetti, nuestro representante lanusense en el mundial, un ping pong de preguntas y respuestas. Habría preguntado lo obvio y me habría respondido también lo obvio. Solo sería más de lo mismo. Quise indagar en la cabeza de un jugador inteligente y con potencial deportivo sus vivencias haciendo lo que le gusta y que sirva para conocerlo un poco más. En principio Jorge sigue siendo el mismo. Un chico inteligente, humilde y sabio porque volvió al club con la alegría de su juego. Por su cabeza pasan cosas, que a los 17 años y con la experiencia vivida, pueden hacer perder el rumbo, pero esa sabiduría, que en definitiva es poner en práctica el conocimiento adquirido, lo mantienen en perfecto equilibrio. Igual que aquel Mini que quería jugar en el aro a 3.05 mts. de altura y lo bajábamos a la altura del Minibásquet para que también jueguen los demás chicos. Siempre pensaba en grupo, a favor del equipo, en los otros, en esos que hoy son amigos de años. Con la expresión "todo lindo" dijo mas de lo que esperaba. En su cara se reflejó la alegría de todo lo vivido. Siendo el único de la delegación que hablaba perfectamente el idioma inglés pudo comunicarse con total soltura y aprender de todo lo que estaba a su alrededor, no se le escapó nada. Degustó la vida en un país muy diferente al nuestro, no solo idiomáticamente sino culturalmente. El compartir con otras delegaciones momentos libres en el torneo le hizo conocer varias culturas a la vez; se trajo una mochila de experiencias, que a medida que pase el tiempo irá desempacando y rememorando y seguramente, irá contando. Volvió un poco más maduro y seguro para enfrentar el año deportivo que tiene por delante. "Me gustó todo, solo sacaría el partido contra Nueva Zelanda porque no nos salió nada", fue otra de las frases que me tiró. Pasamos a analizar el torneo y coincidimos en que fue duro, por el tipo de formato que tiene, por el desgaste que produce las veintisiete horas de viaje, con las correspondientes escalas (Buenos Aires-París, París-Budapest y Budapest-Debrecen) y esperas (cinco horas en París para tomar el vuelo a Budapest) y por la ansiedad que significa representar a nuestro país en un mundial que reúne a los mejores. Con respecto al viaje me dijo "el vuelo iba lleno y no pudimos acomodarnos en la salida de emergencia", lo que lo hizo más difícil por la altura (1.94 mts para Jorge) y el poco espacio que hay en los aviones para gente de una contextura física importante. "Pero igual estuvo bueno", dijo con una sonrisa, acordándose seguramente de alguna anécdota vivida en el vuelo. Arrancaron en un grupo que, de alguna forma se le dio a llamar el grupo de la muerte porque estaban España, EE.UU. y Georgia 4, 5 y 12 respectivamente en el ranking mundial y Argentina ocupando el puesto 21. Por ahí se sumaba Puerto Rico y una desconocida selección de Indonesia. Luego de pasar este grupo la Argentina es ahora uno de los temibles en la especialidad. En octavos se mide ante Uruguay (21 a 9), en cuartos despacha a Lituania, uno de los difíciles, 10 a 8, en semifinal va con Francia (19-15) y llega a la final para enfrentar a Nueva Zelanda, número 6 en el mundo, donde caen 20 a 18. Jorge participó de los 9 encuentros jugados convirtiendo 18 goles siendo el jugador que menos minutos jugó. Las apreciaciones fueron las mismas. Se dio el gusto de aplicar marca personal a Zach Collins, un jugador de 2.12 de altura y mantenerlo a raya en el partido contra EE.UU. (memorable para él y para mí el triunfo ante una potencia basquetbolística). Contra Francia le tocó otro grandote, Killian Tillie, 2.02 mts. A ambos los puso lejos del canasto que era el trabajo que le mandaron a hacer. Llegó Nueva Zelanda y le tocó Sam Timmins, 2.09 mts. Con la orden de alejarlo del aro con una marca rigurosa y personal cumplió con la tarea aunque le quitó protagonismo, pero el juego en equipo es así. El goaltending no cobrado, la tapa en la que cobraron falta, la falta no cobrada en un tiro con destino de gol y algún otro detalle menos importante pero que queda en la retina del jugador, porque estaba ahí. Lo cierto es algo: quería traerse todo y dejar su nombre grabado junto a la historia de Debrecen para que se recuerde en el tiempo. Sin lugar a dudas dejó grabado en la retina de muchos que estaban en el lugar de juego el esfuerzo y sacrifico de esta selección, las imágenes muestran que eso fue así. La experiencia vivida le da motivos de sobra para mejorar en lo que él cree que debe, esforzarse más en el entrenamiento por delante y aprovechar las oportunidades que se le presenten a nivel club y selección. Todo un ejemplo a seguir con solo 17 años. Gracias Jorge por dejarnos compartir tus logros, por darme de tu tiempo y permitirme conocerte un poco más. Gracias a Norberto y Paola por lo que hacen y por cultivar los principios fundamentales en sus hijos y en particular en un jugador de básquet que muchas veces tiene que luchar con las distancias y la soledad a pesar de hacer lo que le gusta. Gracias Campeón!!! por el orgullo que tengo de ser argentino y tener un corazón Granate.

 
 
 

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